• Los asistentes: alumnos que “ayudan” al acosador aunque no hayan sido ellos quienes comenzaran. El peligro principal es que se conviertan ellos mismos en acosadores en corto plazo o que refuercen de tal manera a los primeros que aumenten el grado y violencia del acoso.
  • Los reforzadores: jalean, comentan positivamente, muestran en redes sociales, dan feedback positivo y de refuerzo a los actos del acosador. Ellos facilitan, a menudo, la imagen positiva del acosador o la negativa de la víctima. Son quienes más ayudan a distribuir por redes sociales las imágenes y frases fomentando el ciberbullying. Corren el riesgo de convertirse en asistentes.
  • Los externos pasivos: no se inmiscuyen. Huyen de la situación. Recogen esa frase que hemos comentado antes de algunos padres: “no te metas en líos”. En la mayor parte de los casos llegan a racionalizar lo sucedido teorizando sobre qué ha hecho la víctima para merecer ese trato.
  • Los defensores: toman partido por la víctima. Los apoyan y consuelan. A menudo, después de lo acontecido. Sólo pocas veces antes o durante el acoso. Son quienes se atreven a ponerlo en comunicación a profesores y padres.

Probablemente estaremos de acuerdo que queremos fomentar a los defensores dentro del entorno escolar. Pero, ¿realmente lo estamos haciendo? ¿Estamos dándoles herramientas para que sepan intervenir en el proceso? Porque, si lo que les pedimos es que simplemente se conviertan en chivatos y, si no lo hacen, recibirán un castigo, ¿no incrementarán el grueso de los externos pasivos y, sencillamente, se irán para no contemplar? O, dado que van a recibir un castigo igual, ¿no sale más rentable ser un reforzador y “quedar bien” con el agresor?

No se puede pedir, exigir o demandar lo mismo a un asistentes (que ha ayudado), a un reforzador (que ha jaleado), a un externo pasivo (que se ha autoexcluido de la situación) o a un defensor (que puede haber ayudado al agredido aunque no lo haya transmitido al profesor). Deberíamos saber tratar a este colectivo no como una entidad única sino como lo que son, diversos actores con protagonismo muy diferente entre ellos. Ahí, como en tantos otros casos, la formación es la clave.

Pensemos bien. O intervenimos antes con una sólida formación en cultura y valores de la paz, o intervenimos después con reglas, protocolos y aspectos legales. 

En palabras de Ghandi:

Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras

Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos

Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos

Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino

Y el destino de esta generación está en nuestras manos.

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